Hablamos con Sandra Martínez, una apasionada, vividora convencida de la sostenibilidad, impulsora de los ODS y de la igualdad.
Entrevista en vídeo
Entrevista en audio (podcast)
Charlar con Sandra Martínez, una apasionada, vividora convencida de la sostenibilidad, impulsora de los ODS y de la igualdad, es tener la oportunidad de hacer un update en estos temas que son tan necesarios.
La sociedad nos está/estaba diciendo que el éxito es ascender, comprar, consumir, y Sandra lo tiene claro, este modelo no es sostenible y no pasa por ahí. Y desde ahí, desde ese cambio de mentalidad construye su vida.
Primero con coherencia y luego con mucha chapa No es fácil tal y como está el consumo montado. “Hay que empezar con la toma de conciencia”. Es clave para Sandra, y desde ahí aparece el camino. De sostenibilidad, pasamos a igualdad entre hombres y mujeres. Tema que os prometo me abrió los ojos.
Creo que es un tema del que hay que hablar, sin ningún tipo de sesgo personal como los tenía yo, rodeado de mujeres de éxito donde no lo acababa de entender que se pudiera hablar de desigualdad. Sandra, en directo, con datos, oficio y paciencia os lo explica.
Una charla necesaria.
Gracias Sandra.
Cómo impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Igualdad
Hace poco me hicieron una entrevista donde tuve ocasión de hablar sobre temas que me apasionan. Y la sostenibilidad, entendida en un sentido amplio (ambiental, social y económica) es uno de ellos.
Y no porque sea muy progre. Sino por puro egoísmo y sentido común (en su sentido filosófico de mirar con espíritu crítico para elegir lo bueno y apartarme de lo malo).
Me gustaría que la vida en la Tierra -pero no una vida cualquiera, sino una “vida buena”- continuase después de mí. Para mis hijos y los hijos e hijas del resto. Querría para ellos y ellas las mismas cosas preciosas que he podido disfrutar yo: puestas de sol, paseos por el bosque, nieve en invierno, gran diversidad animal y vegetal…¡incluso que el parabrisas se llene de bichos! (algo que, al paso que vamos, mis hijos no verán porque los insectos están muriendo de forma masiva).
En mi caso, el día que fui madre, empezó un cambio en mi interior, que hizo que pensase más a largo plazo y mirase más allá de mi ombligo.
Cuanto más profundamente (me) he cuestionado, más claro que he visto que estamos en un paradigma equivocado. Porque nos situamos en una pirámide y no en un círculo: los hombres están en la cima, luego vienen las mujeres y después el resto de criaturas. Como si fuésemos algo apartado de la Naturaleza, olvidando que somos parte de ella y que dependemos del resto del sistema (precioso y delicado) de la Tierra. Alerta Spoiler: los seres humanos somos muy frágiles, porque, a pesar de entelequias como el metaverso, seguimos teniendo un cuerpo físico que hay que cuidar en diversos momentos de nuestras vidas. Y si no, echemos un vistazo a los últimos tiempos.
Sin embargo, nos han enseñado que el progreso de la Humanidad se debe a la lucha, a la competencia y a la dominación, cuando lo cierto es que lo que nos ha hecho triunfar como especie es precisamente lo contrario: la comunicación, la cooperación y la solidaridad. Hay, de hecho, restos arqueológicos muy antiguos que demuestran que cuidábamos de miembros de la tribu cuando estaban enfermos o impedidos. Y esa es nuestra fortaleza. No lo de “quien venga detrás, que arree”.
Aunque la Tierra pueda parecer muy grande, estamos todas y todos en el mismo barco.
¿Y a qué tanto rollo? A que estamos al final de una era. Un tiempo en el que los límites del planeta nos ponen contra las cuerdas. Donde la innovación y la cooperación serán críticas.
La emergencia climática ya sólo la discuten cuatro gatos, lo mismo sucede con la desigualdad galopante, o con la precaria salud mental y el consumo de químicos para “seguir tirando”. Pero ojo, todo esto no va a mejorar si no nos ponemos JUNTOS a hacer los cambios que necesitamos urgentemente. Y aquí es donde entran la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), basados en dos premisas:
- Que los cambios sólo podrán suceder si colabora todo el mundo: países, empresas y personas.
- Que son complementarios y sinérgicos, es decir, que se necesitan entre sí para un efecto equilibrado y real.
La Agenda 2030 fue definida por los países integrantes de las Naciones Unidas en 2015 como un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Fue fruto de un resultado de consultas durante más de dos años a la sociedad civil, el sector privado y los gobiernos.
Para llevarlos a cabo se establecieron 17 ODS y 169 medidas, con sus respectivos indicadores. Están enfocados en hacer frente a la pobreza creciente, empoderar a las mujeres y niñas y afrontar la emergencia climática. Si hacemos balance, se está progresando en algunos lugares y objetivos, pero en general las cosas no están yendo como deberían. Y no tenemos mucho tiempo.
Por eso es importante nuestro papel como agentes de cambio: a través de nuestro consumo, nuestros votos y nuestro día a día a todos los niveles, en nuestra vida profesional y personal.
Personalmente, si hay un ODS que me inspira, ese es el número 5: la igualdad entre mujeres y hombres. En primer lugar, porque hablamos de una injusticia. Y no una cualquiera, sino una que afecta a más de la mitad de la población mundial.
Aunque mucha gente diga que en España hemos alcanzado la igualdad, las cifras que arroja el INE lo desmienten. Tenemos igualdad formal, sí, pero no igualdad real: cobramos menos que los hombres, vamos a contar con unas pensiones más bajas fruto de la dedicación a trabajos no remunerados en el hogar, nuestros problemas médicos no se estudian ni se tratan con la misma diligencia, muchos de nuestros procesos fisiológicos son tabú, hay un doble rasero sexual, además de que somos víctimas mayoritarias de las agresiones sexuales y de la violencia machista. Los estereotipos continúan coartando nuestra libertad, tanto en el ámbito personal como profesional. Pero ojo, que los hombres tampoco se libran de sus efectos negativos, porque la masculinidad se cobra víctimas: ellos son mayoritariamente los actores y las víctimas de los delitos violentos, tienen más accidentes porque conducen de forma temeraria, enferman por hábitos poco saludables y está mal que se cuiden o que expresen sus emociones y su debilidad.
En segundo lugar, el ODS5 importa porque estamos perdiendo una capacidad de innovación enorme. Las mujeres llevan desde siempre inventando cosas y procesos para mejorar la vida (alimentos, tejido, medicinas…), pero desde hace miles de años también, estos valores “tradicionalmente femeninos” han sido relegados a un segundo plano. Dándolos por hechos o dejándolos para tiempos de paz y cuando “lo importante” ya está hecho. Y así, las mujeres todavía hoy apenas reciben financiación para sus proyectos, no tienen voz ni voto en muchos lugares del mundo y están subrepresentadas en la mayoría de los órganos de gobierno y en los puestos de decisión de las empresas.
En un tiempo en el que la diversidad se considera un valor en alza, que las mujeres no estén TAMBIÉN en lugares de decisión e influencia, es un auténtico disparate. Es un tema de estadística (somos el 50% de la ecuación), pero es que, además, los estudios corroboran una y otra vez, que las mujeres están más inclinadas a elegir en favor del bien común. Por eso hay más mujeres en ONGs y voluntariados, son también mayoría en defensa de los animales o están dispuestas a adoptar una dieta vegetariana.
El cambio de mentalidad que necesitamos tiene que suceder a todos los niveles:
- En los países, a través de legislaciones y medidas que garanticen la igualdad.
- En las empresas y organizaciones, a través de los Planes de Igualdad y de auditoría de sus políticas y posibles sesgos.
- En los hogares, mediante una educación no sexista que tome ejemplo en la corresponsabilidad.
Así que no podemos obviar nuestra responsabilidad personal. Pero no desde el miedo, sino desde una visión positiva, imaginando futuros y escenarios bonitos y deseables. ¡Ya basta de distopías tipo Mad Max o Water World!
Y sin olvidar que igualdad de derechos para todos y todas no significa que nadie pierda: esto no es un pastel.